Page 27 - Libro de Ponencias Congres SEHH-SETH 2017
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a la pérdida del brazo largo del cromosoma 5 y destacando, ya entonces, el signo citológico más llamativo, y traducimos literalmente: “[...] que afec- taba a los megacariocitos y en especial a sus nú- cleos, que eran generalmente pequeños, redondos u ovalados y sin lobulaciones”. Más de una déca- da antes, se había comunicado en Science el des- cubrimiento de la asociación entre el cromosoma Filadelfia y la LMC, por lo que SMD 5q– es la se- gunda asociación fenotipo-genotipo en patología mieloide crónica.
Pasaron 20 años hasta que se dieron los siguientes pasos destacados, Jacqueline Boultwood en Oxford propuso el término síndrome 5q– para aquellos ca- sos en los que la lesión citogenética se presentaba de manera aislada. Y ella, junto a Michelle LeBeau en Chicago, de nieron mediante técnicas citogené- ticas 2 regiones comúnmente delecionadas en los diversos pacientes: una más distal, con una serie de genes candidatos para lo que Boultwood llamaba la búsqueda del gen 5q– (postulado como responsable de todo el fenotipo); y otra región más proximal, que sería propia de las leucemias agudas mieloides y de los SMD de alto riesgo(3).
Con la mejora de las técnicas de cariotipado se fue estrechando esa región de genes que se perdía en todos los casos.Tuvimos la oportunidad de rede-  nirla mediante SNP-arrays en 2012(4). Y quizás más relevante, o al menos así nos pareció, nos  jamos no solo en la región haploinsu ciente que perdían todos los pacientes, sino en las regiones afectadas solo por las deleciones más extensas y que eran las que presentaban la mayoría de los pacientes con evolu- ción agresiva de la enfermedad. Deleciones extensas que, de llegar al extremo telomérico del cromosoma provocaban la haploinsu ciencia de genes como NPM1, en la banda q35, capaz de producir inestabi- lidad genómica, dando lugar a otras lesiones acom- pañantes.
Durante la última década, diversos estudios fun- cionales han desvelado el papel de algunos de los genes localizados en la región comúnmente delecio- nada del brazo largo del cromosoma 5, tanto en la pa- togenia como en la generación de los característicos signos diplásicos.
Ebert, en 2008, experimentando con ARN interferen- te, comunicó que la pérdida de uno de los alelos del gen del ribosoma RPS14 (involucrado en la anemia congénita de Diamond-Blackfan) era el responsable,
en los casos que nos ocupan de manera adquirida, de la diseritropoyesis y la anemia macrocítica(5).
En 2010, Starcynowsky mostró que la haploinsu cien- cia de 2 microARN, 145 y 146, era la responsable de la dismegacariopoyesis y de la trombocitosis que acom- paña al cuadro(6).
Y en 2014, los grupos de Ebert y Solé no solo encon- traron que CSKN1A1 era el gen mutado con mayor frecuencia en el alelo sano de los pacientes que pre- sentaban esa deleción 5q, sino que la sola haploinsu-  ciencia de ese gen era el determinante para el ini- cio de la expansión clonal en este SMD(7). Quizás sea CSKN1A1 el gen que más se acerque a ese que bus- caba la Dra. Boultwood y cuya lesión explicaría todo el cuadro. Sin embargo, hoy parece evidente que los rasgos citológicos y el curso clínico depende de una constelación de defectos en diversos genes.
Pasemos al cromosoma 7.Y para ilustrarlo suponga- mos un caso clínico: un joven de 15 años, con panci- topenia adquirida, monocitopenia severa y linfopenia tanto de células B como NK. Además, ha presentado papilomas recurrentes y alguna infección repetida por micobacterias. La médula ósea es hipocelular, con me- gacariocitos muy atípicos, con pocos núcleos y muy se- parados entre sí, sin exceso de blastos y neutró los con el signo pseudo-Pelger. En el estudio citogenético es posible que nos encontremos con una monosomía del 7 y en el molecular una mutación germinal de GATA2, ambas lesiones asociadas a este cuadro(6).
A continuación, nos ocupamos de otras relaciones comunicadas de forma recurrente, pero menos cono- cidas, bien por su menor especi cidad o bien por ser muy poco frecuentes. Estas asociaciones fueron des- critas, en su mayoría, hace un par de décadas, aun- que en algunos casos se ha precisado, recientemen- te, qué genes pueden ser los responsables.
El síndrome 17p–: Fenaux y Preudhomme propusie- ron este término para de nir la asociación entre una deleción en el brazo corto del cromosoma 17, donde se encuentra TP53, y la presencia de disgranulopoye- sis(8). En concreto, la presencia de mono- o binuclea- ción de los neutró los junto a una cromatina marca- damente condensada (Figura 2) y la presencia en el citoplasma de vacuolas en número variable y una escasa granulación. Estas alteraciones afectaban predominantemente a los neutró los, pero también podían aparecer en los eosinó los y basó los. Sin em- bargo, la falta de especi cidad y la habitual combina- ción de lesiones en otros cromosomas, propia de los
LIX Congreso Nacional de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia / Ponencias
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