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Durante una semana, en un rincón de la Sierra de Guadarrama, los niños con enfermedad de células falciformes (ECF) pueden dejar atrás el dolor, los ingresos hospitalarios y el miedo. Allí, en el campamento organizado por la Asociación Española de Enfermedad Falciforme (ASAFE), no son pacientes, son simplemente niños que ríen, juegan y sueñan. Para muchos de ellos, es la primera vez que disfrutan de unas vacaciones sin la sombra constante de su enfermedad. Pero ahora, la opción de gozar de ese pequeño remanso liberador está en riesgo. Y es que, la falta de financiación amenaza con impedir su celebración este verano.

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