Page 16 - Boletin SEHH Mayo - Junio 2016
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ma establecido inicialmente por la Comisión Nacional de Especialidades Médicas, de cuya Comisión de Hemato- logía fui el primer presiden- te, de formación integral en los campos de la clínica, el diagnóstico de laboratorio y la hemoterapia, si bien creo que es deseable la amplia- ción del tiempo para esta for- mación general a 5 años, de los que entre 18 y 24 meses deben dedicarse a rotaciones por servicios o unidades de otras especialidades.
Obviamente, el hematólogo así formado puede desarro- llar su actividad profesional como hematólogo polivalen- te o concretarse en campos más específicos; pero eso debe ser objeto de planes de formación continuada, que en buena lógica habrán de ser individualizados. Del mismo modo, creo que si- gue vigente la estructura de Servicios de Hematología y Hemoterapia en los centros hospitalarios de cierto nivel, sin óbice de que dentro de los mismos se desarrollen unidades con cometidos más específicos (no unida- des independientes con co- metidos parciales). Creo que la fragmentación puede ser inconveniente tanto desde el punto de vista de la ges- tión de los recursos como desde el de la formación es- pecializada y continuada del personal sanitario.
¿Qué futuro le augura al trasplante de médula ósea?
Creo que el trasplante de progenitores hematopoyéti- cos (TPH), en sus diferentes
modalidades, no sólo sigue teniendo presente sino tam- bién futuro. Todavía estamos lejos de que los procesos que actualmente se benefician de la posibilidad del TPH encuentren soluciones en terapias selectivas, como la terapia génica o los agentes con capacidad de actuación específica sobre mecanis- mos moleculares subyacen- tes en procesos oncohema- tológicos, como los actuales tratamientos de la LMC o de la leucemia promielocítica,
El trasplante de progenitores hematopoyéticos, en sus diferentes modalidades, no sólo sigue teniendo presente sino también futuro
dado que la base genética de los procesos tumorales es mayormente poligénica, relacionada con el desarro- llo de subclonos con capa- cidad de crecimiento autó- nomo continuado. Ello hace comprensible la utilidad de procedimientos terapéuticos cuya base es, como decía Jean Bernard, la “fuerza bru- ta”.Lafuerzabrutadeagen- tes que “arrasan con todo”, haciendo precisa la restau- ración funcional mediante
el injerto. Sin embargo, son necesarios avances en su metodología: los que son de esperar a través de una me- nor toxicidad general de los tratamientos erradicantes y mayor efectividad de méto- dos que permitan reducir el riesgo de rechazo y de EICH, manteniendo o potenciando los efectos EICT; efectos in- munoterápicos que pueden venir de la mano de la ma- nipulación de las potencia- lidades de las poblaciones celulares del sistema inmune injertado. Y respecto a las in- novadoras terapias génicas de errores congénitos del metabolismo, en gran me- dida pueden tener que ser dependientes de métodos de autotrasplante.
¿Qué demandas le haría a la futura Administración sani- taria que está por venir?
Que actúe de forma racional, evitando posicionamientos demagógicos; garantizando la universalidad de la asis- tencia, pero al mismo tiem- po evitando una utilización abusiva del sistema; tenien- do en cuenta que la mayor eficiencia cabe conseguirla con una equilibrada actua- ción entre entes públicos y privados. La prestación de servicios por entes gestio- nados por la Administración pública no siempre es lo más eficiente. Cabe el mis- mo planteamiento que para la construcción de una ca- rretera: ¿sería más costoefi- ciente a cargo de empleados públicos que mediante la contratación adjudicada de forma pública y transparen- te a una empresa privada?
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