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Uno de los grandes desafíos de los sistemas sanitarios actuales se encuentra en la asunción de la gran avalancha de novedades terapéuticas que llegan para mejorar la vida de los pacientes. Cómo medir su impacto, conocer qué es innovación y qué no... y sobre todo que estos pasos sirvan para ponerle un precio a una molécula que puede cambiar la vida de una persona enferma se convierte en una ardua tarea que implica a muchos actores de la Sanidad. Con el fin de arrojar un rayo de luz sobre el asunto la Fundación Weber, a petición de Roche Farma España, ha elaborado un informe «Evaluación, financiación y regulación de los medicamentos innovadores en los países desarrollados», que de forma práctica puede emplearse como una herramienta básica en este terreno. Alfredo Rodríguez Antigüedad, representante de la Sociedad Española de Neurología (SEN) y jefe del Servicio de Neurología del Hospital Cruces de Vizcaya, donde dirige la Unidad de Esclerosis Múltiple, manifestó que «en esto tienen que existir unas reglas conocidas. Porque, ¿cuánto está dispuesta a pagar la sociedad por un gran avance terapéutico? Este documento contiene las claves y se puede emplear como herramienta aséptica para desarrollar el trabajo». En este sentido, Jorge Sierra, presidente de la SEHH y jefe del Servicio de Hematología del Hospital Universitario de la Santa Creu i Sant Pau (Barcelona), apuntó que «estamos ante un tema de rabiosa actualidad durante los últimos cinco años. Pero tenemos que establecer criterios homogéneos desde la UE; y luego hay que tener en cuenta que cada país tiene unas circunstancias, un PIB, y eso también marca qué pueden pagar por una innovación y qué no». Aquí concuerda con una de las ideas que José Antonio Rodríguez Portal, responsable del área EPID (Enfermedades Pulmonares Intersticiales Difusas) de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ), del Servicio de Neumología del Hospital Universitario Virgen del Rocío (Sevilla) y del Ciber de Enfermedades Respiratorias (Ciberes), arrojó sobre la mesa: «Hay que tener en cuenta que España es un país en el que la uniformidad no existe y eso también es un obstáculo a la hora de medir y que se haga de igual modo en todas las comunidades». Una de las áreas terapéuticas que tiene un trabajo avanzado en este sentido es la que estaba representada en la mesa por Ruth Vera, presidenta de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) y jefa del Servicio de Oncología Médica del Complejo Hospitalario de Navarra. «Desde ESMO (Sociedad Europea Médica de Oncología) y su homónima estadounidense, ASCO, ya se trabaja en la línea de establecer criterios y características medibles para establecer qué es innovación y saber qué aporta. Se trata de una serie de variables que según se van o no cumpliendo en mayor o menor grado se puntúan, y la suma final ofrece un resultado de la innovación que soporta la terapia».

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